Con el permiso de mis respetados bots, trolls, y enajenados simpatizantes -a muerte- de Francisco García Cabeza de Vaca, debo decir que me veo en la imperiosa necesidad de seguir ejerciendo mi libertad de expresión, y que a costa de lo que sea seguiré haciéndolo, así mis opiniones se contrapongan con las suyas.
Me dedico al periodismo desde hace largos lustros.
Y sé el poder que encierra la palabra escrita, incluso más que la hablada.
Debo añadir que escribir es mi pasión, aunque a veces aborde temas delicados, que debería tocar con pinzas.
Constantemente me meto en problemas con mis seres amados, con la gente que me quiere, pues suelen decirme en voz baja: "Ten cuidado; no quiero que te pase nada".
Así pues amables amigos, les declaro públicamente mi respeto a todos. Y hago caso de sus sugerencias, en la medida de lo posible.
Pero también les pido, no se enojen.
No siempre -en la vida- vamos a oír lo que queremos oír. Ni a ver lo que queremos ver.
La verdad no tengo nada contra ustedes, sinceros simpatizantes de García Cabeza de Vaca, y a nadie de ustedes acuso sino a él, por ser un Senador de la República con licencia cuyo salario es superior a los 200 mil pesos mensuales, ya contabilizadas sus prebendas.
(En esto no van incluidos los 2 millones 300 mil pesos que pidió extra para el rancho de su papá).
Sé que me siguen, que me leen y que me juzgan, pero no puedo callar lo que veo con ojo crítico.
Siempre he sido crítico de la clase política deshonesta, y a veces peco de severo; pero en general sé que lo hago sin tomar en cuenta el color del partido a que los hampones de la política pertenecen.
Lo mismo escribí cuando a ENRIQUE PEÑA NIETO le descubrieron la "Casa Blanca", cuyo valor en el mercado fue superior a los 100 millones de pesos.
Cuando volvió de Tailandia, vi que el peligroso Dictador que habitaba en él iba a cometer terribles locuras e injusticias, y así fue.
Sacó del aire a una periodista admirable, valiente, como es CARMEN ARISTEGUI. Critique en grado superlativo sus actitudes despóticas y esa vez -como suele pasar con nosotros los columnistas- creí que mi trabajo fue infructuoso.
En general, amables trolls y bots, debo admitir que ustedes han sido cordiales conmigo, cosa que agradezco.
Y añado que por regla general trato de atender sus críticas, pues igual que yo, están en absoluto derecho de hacerlo.
Claro, siempre y cuando medie entre ambas partes tanto respeto como cordialidad.
En lo demás, mi trabajo es redactar. Soy un obrero de la información escrita.
No digo, soy un humilde obrero de la información para no pecar de modesto.
Pero me centro en los casos que en general nos importan a los tamaulipecos.
Y un gran caso, aquí y ahora, es la gubernatura.
En este caso, vayamos al grano.
Las riquezas de FRANCISCO G. CABEZA DE VACA son incuantificables.
No creemos acertar, si damos una cifra.
Acaba el diario Reforma de descubrir su nueva adquisición millonaria en el exclusivo sector de Santa Fe, en la ciudad de México.
Es evidente que no le costó 14 millones, ni que estuvieran de moda las gangas.
Y menos en la capital del país, donde las plusvalías vuelan hasta convertirse en oro.
Mínimo esos apartamentos le costaron al Senador CABEZA DE VACA 60 millones de pesos, nunca 14.
Y pese a la gravedad del caso, chanceó (bromeó) ante el vendido periodista CIRO GÓMEZ LEYVA, a quien le dijo: "Háganmela buena, que cuesta 50 millones de pesos. De ser así, mínimo podré venderla en un 50 por ciento de lo que mis detractores dicen (25 millones)".
Expresión estúpida para un caso tan delicado.
Por lo que sé, Cabeza de Vaca es realmente una fichita, un hampón de siete suelas que desde hace 4 años comenzó a venderle a la oposición tamaulipeca ilusiones falsas y espejitos esperanzadores.
Es un tanto decepcionante que siendo los tamaulipecos tan entrones, tan frontales, y con tanto cerebro, estén quemando sus naves con tan poquita pólvora.
Y que gasten su pólvora en infiernitos.
Como ejemplo diremos de un caso de rebeldía ideológica –y lucha por la democracia- que hace unos 20 años hubo, aunque en el Estado de San Luis Potosí.
En 1992 los potosinos daban su vida, sí, quizá como aquí, pero allá lo hacían por un prócer de la democracia que sí valía la pena seguir. Era el doctor SALVADOR NAVA MARTÍNEZ, doctor de verdad, experto en resistencia civil, hombre que se doctoró en verdadera democracia, siguiendo los lineamientos de la probidad y la honestidad.
Perseguido por los caciques de aquélla región, GONZALO N. SANTOS, El Alazán Tostado, un asesino a quien el olor a sangre lo enardecía más, al grado que pensar solo en matar, matar y matar.
El doctor SALVADOR NAVA MARTÍNEZ sin embargo, sabedor que cualquier noche podía morir, encaró al malhechor (protegido por el sistema corrupto y asesino del PRI) resistiendo cabalmente con su cuerpo al frente, mientras que a sus seguidores les ordenaba: “Ustedes váyanse atrás; yo voy por delante”.
Concluyamos: Aquél sí fue un prócer de verdad, un auténtico demócrata. No remedos ni copias patito como los que hoy quieren venir a gobernar Tamaulipas.
Salvador Nava nunca pudo ser gobernador de San Luis Potosí, no lo dejaron. Pero con su menudo cuerpo (menos de 1. 60 metros) defendió hasta con su vida sus ideales.
Una gran diferencia entre aquél y en actual “prócer marca patito”.
El potosino nunca tuvo ranchos pagados por el erario federal, ni apartamentos en Santa Fe, ni ranchos en McAllen, ni tampoco nunca gestionó ante la Federación 2 millones 300 mil pesos para “el rancho de su papá”.
El líder de pacotilla de Tamaulipas, sí.
Esta tarde por ejemplo, FRANCISCO GARCÍA CABEZA DE VACA estuvo en Loma Alta, del municipio de Gómez Farías, Tamaulipas.
Citó a las 2 de la tarde a los lugareños y muchos cayeron en el error de creerle. Llegaron con 3 horas de anticipación al evento, que realmente empezaría a las 5 pm. Al fín llegó.
Aunque hubo niños a punto de deshidratarse, no fue para ordenar llevarles agua.
Tuvo a decenas de familias de los ejidos cercanos a la cabecera municipal Gómez Farías, bajo el candente sol de 40 grados.
Una vez que llegó en su suburban blindada, CABEZA DE VACA fue abordado por más de 5 o 10 señoras de los ejidos farienses, que llevaban en sus brazos cartas-petición para entregárselas al “prócer” región 5.
El ni las miró. Las ignoró a sabiendas de que lo esperaban.
Los ayudantes de Cabeza de Vaca, que nunca faltan, le decían a las señoras (la mayoría humildes amas de casa), denme sus papeles señoras, nosotros se los damos; el señor Cabeza de Vaca no las va a recibir. No tiene tiempo”.
Hagan de cuenta un divo. Un divo que como Jesucristo, camina entre el aire.
Una de las mujeres, al ver el despotismo con que los individuos (del staff de Cabeza de Vaca) les hablaban, reviró valientemente: “No importa señor, si él no nos recibe esto, no se los vamos a dar a usted.
“No importa que no nos reciba”.
Los cabecistas las miraban con odio.
Poco faltó para ser golpeadas.
Bien, hasta aquí por hoy, nos vemos pronto.